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Aún se ha vuelto una práctica recurrente, pero hoy nuevamente a diez mil pies de altura quiero hablarles sobre algo que viene rondando mi cabeza y que ,confieso, me ha desvelado en las últimas semanas, lo voy a llamar, el mercadeo de la confianza.

 

Siempre escuchamos que la confianza es un elemento esencial de las relaciones humanas, algo que es difícil de ver pero que cuando se rompe se hace totalmente evidente y puede ser, en muchos casos, irreparable.

 

Existen personas que por diferentes razones tales como la forma en que fueron programados, por experiencias específicas de su vida, normalmente, no tan buenas, toman la decisión de basar sus relaciones en la desconfianza y se rigen por esta terrible frase cotidiana de ‘piensa mal y acertarás’ una falencia al no creer en el tributo de confiar.

 

Cuando llevamos este tipo de pensamientos al plano personal, sobra decir que se vuelve complejo para cualquier individuo construir relaciones duraderas y de crecimiento, dado que siempre estará el manto de la duda reinando frente a las actuaciones de la gente, pero este no es un artículo de autoayuda, es de nuevo un análisis que quiero extrapolar al entorno del trabajo. En nuestra forma de trabajar nos hemos acostumbrado, por cultura, a reconocer más los errores que los aciertos, los jefes, muchas veces están más preocupados por encontrar el error en algún miembro del equipo para exponerlo y en muchos casos crucificarlo, pero este tipo de relaciones de equipo que se basan en la desconfianza y el error, no son duraderas, la rama termina partiéndose generando serias lesiones en el ecosistema.

 

En un artículo que leí de Ramiro Valencia en la última edición de Avianca, plantea una conexión integral de la naturaleza bajo un título “SI DAÑAS, ME DAÑAS” donde la esencia busca establecer que el más mínimo impacto que generamos con nuestros pensamientos, palabras y actuaciones afecta el entorno…suena obvio y si lo llevamos al plano de la confianza, está claro que nos han formado bajo parámetros de “Si desconfías, desconfío” es por esto que quiero hacer un llamado a los líderes organizacionales para que inicien un camino de transformación un camino hacia el marketing de la confianza, donde lo que prime en la relación con las personas sea creer y sobre esa fuerte, base construir escenarios de largo plazo. Un individuo que confía y cree en su entorno claramente tendrá mayor vocación de alcanzar sus metas, superar las dificultades y permanecer por decisión y elección.

 

La autoconfianza al igual que el apoyo y acompañamiento a cada integrante del grupo, abre paso al compromiso e identificación que aterrizado a nivel del negocio, devendrá desarrollo, mejoramiento y por ende éxito. En palabras simples, la confianza es una de las más grandes y significativas inversiones que puede realizar una organización, ella es el punto de partida de una cadena de hechos y actitudes que potencializarán, a gran escala, todas las áreas que conforman un determinado lugar de trabajo.

 

Por Jose Miguel Caro, Director de Plurum Consultores.

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